Comunión, no más Soledad
Millones de personas dan vueltas, van a trabajar, hablan por sus teléfonos celulares (o al menos fingen hacerlo), están casadas y tienen hijos. Muchos viven en vecindarios de todo el mundo, comunidades donde todos están rodeados de todos, pero, aun así, la aflicción de la soledad es asombrosa.
En 1974, cuando estaba en la Marina, hicimos un recorrido por el área del Mediterráneo, fuimos a algunos lugares fascinantes y pasamos mucho tiempo en Nápoles, Italia. Era un lugar hermoso con tanta historia y tanta gente, pero, sinceramente, yo era el tipo más solitario que jamás haya existido. Sinceramente, no sabía cómo conectarme con nadie. Por supuesto que tenía amigos, pero en realidad no nos conectábamos excepto por las drogas o la bebida o tal vez por la música, pero no mucho más. Por supuesto, tuve padres, hermanos y hermanas, pero ninguno de nosotros se comunicó. No tenía una conexión real con nadie, pero no era que algunas personas mayores no intentaran comunicarse conmigo, quiero decir, en el fondo de mi corazón, no había conexión, identidad, estándar, ninguna persona especial que yo sentía que podía escucharme y podía ser honesto. Solo era una persona perdida, sin propósito, sin meta y sin identidad. A decir verdad, de nuevo, no sabía cómo conectarme.
Estaba muy asustado creo. Tenía miedo de que si alguien realmente supiera lo que estaba pensando o cómo me sentía realmente, no querrían tener nada que ver conmigo. Además, la sociedad y la cultura en las que crecí realmente fomentaban el individualismo mucho más allá de estar conectado a una comunidad de cualquier tipo. Fui desafiado como individuo a sobresalir, a ser más que los demás, a ser más rápido, más largo, más ruidoso que cualquier otra persona, por lo que yo mismo sobresaldría como individuo. La idea de “jugador de equipo” ni siquiera se me pasó por la cabeza. Estaba solo. Rígido, frío, minimizado, solo y no tenía idea de qué hacer al respecto.
Un amigo mío y yo estábamos involucrados en el ministerio de prisiones y cárceles, y uno de los hilos conectores que veía era simplemente gente solitaria. La mayoría están solos, desconectados y están seguros de que nadie los quiere, ni siquiera Dios. De alguna manera han aprendido el “estilo de vida del rechazo”. Espero que todos nos demos cuenta de que la gente aprende ese estilo de vida de alguien. Las personas no solo crecen sabiendo cómo vivir una vida siendo rechazadas y solas. Alguien se los enseñó. Padres, escuela, iglesia, amigos. Es un tema “no hablado” que enseñamos: la vergüenza y el rechazo.
Cuando era joven, un pariente me habló un día, sentado en el porche delantero. Me habló de Jesucristo y la versión resumida de la Historia del Evangelio. Curiosamente, todo quedó grabado en mi cabeza, y años más tarde, después de ser drogadicto, alcohólico y, en general, adicto a cualquier cosa adictiva, Jesús me invitó a unirme a Él en Su vida. Qué cosa tan maravillosa me dio Dios: el compañerismo.
En mi comunión con Dios desde esos primeros años, Dios me ha dado identidad, una buena identidad, una de ser honesto, diligente, paciente y fiel. Me di cuenta de que toda mi vida me enseñaron a no mentir, pero nadie más que Dios me enseñó a ser honesto. Al principio era muy malo en intentar ser algo positivo y maduro. Nunca tuve ninguna de esas cualidades antes. Ni siquiera sabía como era eso. Pero, desde ese día ya no estoy solo. La comunión con Dios trae alegría y significa que tenemos algo en común con Él. Jesús dijo que donde dos o más se reúnan en Su nombre, Él estará entre ellos… eso es compañerismo. Desde los días en el jardín de Edén, fue el deseo de Dios tener compañerismo con nosotros. Ya no estoy solo porque Dios me ha escogido y he venido a Él por la sangre de Cristo, tengo comunión con Dios, tengo una guía y una razón porque tengo comunión con Dios. El Compañerismo con Dios es uno de los beneficios de conocer a Jesús, y no puedo pensar en nadie mejor para estar más cerca. CA Spurgeon dijo, “la palabra “compañerismo” no solo significa un acuerdo estricto de corazón, sino que implica llevar a cabo ese acuerdo estricto un poco más, en comunicación mutua”. En otras palabras, si hablamos con Dios, Él nos hablará y espera conversación. ¡Guau! Ahora ESO es asombrosamente maravilloso. El idioma hebreo es un idioma de acción, y si estoy solo en mi propio pequeño mundo, pero digo que estoy en compañerismo, entonces, como dicen por ahí: podemos decir, decir, decir… pero a menos que lo hagamos, hagamos, hagamos… entonces no somos, no somos, no somos.
Jesús, eres el sol de nuestra alma; tú eres para nosotros el río del que bebemos, el pan que comemos, el aire que respiramos; eres la base de nuestra vida y eres la cumbre de ella, ¡eres el marco, el puntal, el pilar, la belleza, la alegría de nuestro ser! Si te tenemos a ti, no podemos pedir nada más, porque eres todo en todo, y si no te tenemos, somos miserables, despreciables y perdidos. Entonces, tenemos comunión con el Padre, porque lo que es Su felicidad es ciertamente nuestra felicidad.
Gracias por escuchar, soy Social Porter para el Ministerio Viviendo en Su Nombre.
Traducción por Alfredo Magni Sozzi.