Mi Caja de Recuerdos Valiosos

En otra habitación de la casa hay una caja de metal azul con un pequeño pestillo con cerradura, aunque la llave ya no está. La he tenido durante años. En ella hay cosas de cuando era niño, recuerdos, pequeñas cosas que me recuerdan a alguien, o a algún lugar al que fui hace mucho tiempo. Como las tarjetas de béisbol.

Ahora solo hay 2 en la caja. Solía haber una pila entera, pero supongo que he regalado la mayor parte y probablemente he perdido algunas al mudarme de aquí para allá. Cuando puse mis manos sobre los dos que quedan, recuerdo cómo mi hermano y yo solíamos ir a una pequeña tienda de paquetes al final de la calle de nuestra casa, y por cinco centavos o diez centavos podíamos comprar un paquete de chicles Topps que venía con 3 tarjetas de béisbol. Era el peor chicle que había existido, pero el verdadero premio eran las tarjetas. Una de las dos tarjetas que todavía tengo, es una tarjeta de novato de Pete Rose de 1963 casi desgastada, con Pedro González. A lo largo de los años, de vez en cuando, solía mirar las caras en esas tarjetas y soñar con estar en un campo de Grandes Ligas… Todo ese verde en una fresca noche de verano. Es curioso cómo todavía lo tengo, y cuando lo toco, todos esos recuerdos vuelven. Otra cosa en mi pequeña caja de metal azul son los papeles de propiedad cuando pagué mi tractor. Ese fue el día en que fue mío, y fue muy significativo. También tengo mi primera lupa con la que estudié los bichos. Cuando era un niño con una moneda de cinco centavos extra quemando un agujero en su bolsillo para gastar, lo gané en una máquina de soltar y agarrar donde dejas caer la garra y recoges uno de los muchos artículos en plástico, algo de plástico para burbujas. Esa pequeña lupa fue la precursora de un microscopio. En esa caja azul está mi primera navaja que mi papá me compró cuando tenía 5 años, y desde entonces llevo una navaja todos los días de mi vida.

Conozco a otro chico que guarda algunas cosas. No tiene caja, pero es un cajón en la mesita de noche, y en ella está el martillo de su bisabuelo, el martillo de su abuelo, el martillo de su padre y su primer martillo para enmarcar y embellecer… Supongo que solo le gustan los martillos. Al igual que yo, guarda un par de cuchillos, uno era de sus papás, el otro de sus abuelos. Espera pasárselos a su hijo algún día.

Este tipo de cosas pueden ser pequeñas para otros, pero para nosotros que guardamos una caja o un cajón de “momentos para recordar”, son cosas que son significativas en el proceso que nos hizo ser quienes somos hoy.

Creo que todos tendemos a guardar cosas que no pensarías que son realmente importantes. Tengo un amigo que tiene las primeras canicas que ganó. Es solo un puñado, pero son preciosos, no preciosos como el dinero, sino preciosos en cuanto a lo que representan. Ganó esas canicas de manera justa, pero luego terminó teniendo que luchar para conservarlas. El chico más grande decidió que, aunque los perdió, los iba a recuperar. Mi amigo se fue a casa con la nariz rota y los nudillos despellejados, y también con un bolsillo con unas 3 canicas ganadas con tanto esfuerzo. Los ganó, y luego los volvió a ganar… Algo importante sucedió dentro de él ese día, y hasta el día de hoy, cuando mira esas 3 canicas viejas, todavía siente el orgullo y el coraje que se necesitó para ganarlas.

Algunas personas piensan que guardar cosas como canicas, tarjetas de béisbol o martillos es simplemente una tontería. Me han dicho que a veces me aferro al pasado con tanta fuerza, tal vez por la única razón de que me sucedió a mí, ha comenzado a ocupar demasiado espacio en mi cabeza, y tal vez no tengo espacio para aventurarme a algo nuevo. No estoy de acuerdo en que esas cosas sean importantes. Si no recordamos nuestra historia, que es parte de nuestra identidad, perdemos de vista nuestro propio reflejo. Es uno de los propósitos de una herencia y de ser heredero. Propósito, como en la “conclusión de un dilema sobre el que actuamos”. Esas pequeñas cosas que guardamos se suman a nuestro propósito, describiéndonos como nombrado y designado por Dios, sosteniendo Sus preferencias y normas frente a nosotros para que las logremos con toda nuestra respiración, pensamiento, todo nuestro sentimiento y fuerza. Estamos hechos a imagen y reflejo de Dios Todopoderoso, y hay reflejos de Él en todas las partes de nuestras vidas, incluso las cosas más pequeñas son importantes. Esas pequeñas cosas en mi caja de objetos de valor son cosas que me describen a mí, y a ti también si tienes una caja o un cajón de cosas similares. No hay nada en nuestras vidas que “no importe”. Todo importa, todo es importante. Cada pequeño ascenso y caída es relativo a nuestra composición, la forma en que toda una historia se compila y se vuelve a contar. Somos como una obra de música, literatura o arte, y somos poesía a los ojos del Señor.

¿No es esa otra faceta fabulosa del Señor para reflexionar?

¿Qué te parece?

Gracias por escuchar, soy Social Porter para el Ministerio Viviendo En Su Nombre.

Traducción por Alfredo Magni Sozzi..

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